Ha llegado
hasta mi una gaviota.
En su pico
portaba una flor;
era blanca,
tan blanca, que el lirio
a su lado
tendría color.
Hizo un vuelo
bajo y rasante
y en mi cuerpo
su pico dejó
el mensaje de
su pensamiento
convertido en nívea
flor.
Desde entonces
conservo el perfume
que en mi mano
su aroma dejó;
y en mis
noches ya casi no duermo
hechizado por
aquella flor.
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