Padre Nuestro
que en el cielo estás,
muéstrame el
camino que he de transitar;
sácame la
venda que cubre mis ojos
y del amor la
espina que clavada está.
¿O marcaste
acaso así mi destino,
con gemas de
amor mi corto camino?
si así tú lo
quieres, he de recorrerlo
sin ninguna
queja, siguiendo mi sino.
Con venda en
los ojos y espina clavada
seguiré el
camino, seguro de hallar
al fin de la
senda que vos me marcaras,
la luz que
ilumine mi alma de paz.
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